Una mujer algo desubicada la de esta historia...
Es “gratificante” ver tu rostro bajo el sol
Y aún más cuando me hablasDejando caer ese sonoro bemolAunque más te valdríaMirar un poco a tu alrededorEl hombre de la gabardinaEn mitad de la noche caminaY te llama, indicándoteLa dirección correcta con su candilPero cuando quieres darte cuentaHa desaparecido de allí hasta su perfilLa farola deja de alumbrar al verte pasarAunque es más tarde cuando te percatasDe que es la única de la callejuela, y piensas:“¡Oh, es posible que alguienMe haga algo que duela!”Y en mitad de la oscuridadY provocando en ti cierto pavorUn fiero maullido te espantóPero rápidamente comprendisteQue no fue más que una simple falsa alarmaLa cuál descubriste en el momentoEn que al pobre gato visteEscupiendo una gran bola de peloCon la que se atragantóY tú sonreíste y te dijiste:“Menos mal, es sólo un gatito abandonadoAl que algo se le ha atragantado”Mientras, sencillamenteMirabas hacia otro ladoY, envuelto en el interiorDe la peluda bola, algo relucíaPero tu mirada no lo advirtió entoncesY nunca lo haría...Era tan sólo tu brillante pendienteDe varios quilatesEn cuyo paraderoAl que unos metros atrás dejasteImpaciente esperaAl lado del bordilloDe la estrecha y fría aceraY el cuál ahora está siendo iluminadoPor la tenue luz de la lunaDeseoso por ser rescatadoDe esa dichosa y babosa obra gatunaCorres al vislumbrar que alguienPor aquellas oscuras calles te perseguíaY aún más rápido, al identificarUna gorra de policíaAunque, desgraciadamente para tiNo descubriríasQue entregarte tu pendienteEra lo único queEl fatigado hombre queríaEl tipo encerrado en la cárcel de al ladoTrata de zafarse desgastando los barrotesCon su secreta y exageradamenteRuidosa herramientaPero demasiado tiempo tardaEn darse de ésto cuentaY es que, a su querida y temerosa limaDe forma silenciosa, una siluetaLentamente se arrimaTe giras más tarde y contemplasEl preciso instanteEn que el intento de fugaHa sido completamente arruinadoPor el mismo policía que antesCorrió tras de ti tan cansadoY el acorralado encarceladoTe comunica apenado:“No hagas como yoY presta a todo gran atenciónYa que nunca sabes cuál puede serEl paradero de tu verdadera ubicaciónNi tampoco dónde ni cuándoPuede encontrarte tu maldita perdición”Y ahora, bien atentaPendiente en mano al policía vesMientras éste, a ti, lentamente se acercaY tú, al palpar tu oreja derechaComprendes que lo único que pretendíaEra que, simplemente, te mostrasesAgradecida y satisfecha
No hay comentarios:
Publicar un comentario