El protagonista de la siguiente historia tuvo que hacer frente a la apuesta más delicada de toda su vida...
Jugando a solas con la muerte
Me salió cara
Ella fue justa
Y no me hizo nada
“¡Menuda suerte!”
Felizmente pensaba
Pero el drogadicto de la esquina
Fijamente me miraba
Y con la cabeza negaba
“Montañas he escalado y arriba
Nada ni nadie me ha esperado
Obstáculos he superado, pero después
Siempre me he tropezado
He sido afortunado
Aunque los vicios, a mi puerta
Desde el principio han llamado
Y factura me han pasado
No te creas agraciado
Por un sólo duelo
Sé paciente antes de celebrarlo
Y echar el vuelo”
“Pero pensé que sería el final
Que nada podía hacer para ganar”
Le respondí al tipo
Exponiendo mi forma de pensar
“Entiendo tu situación y alegría, pero créeme
Si te pasa como a mí
Esa felicidad no te durará ni dos días...”
Me replicó con melancolía
“Gracias por su opinión
Pero no quiero ser pesimista
Suerte y hasta la vista”
Llegué a casa y saludé a mi mujer
Como cualquier otra jornada
Pero en esta ocasión
No escuché nada
Y cuando entré en la habitación
Me esperé lo peor
Se encontraba tendida en la cama
Sin respiración
Y con un tremendo gesto de dolor
Totalmente paralizado
Un único pensamiento
Dentro de mi cabeza apareció:
El drogadicto tenía razón
No puede ser, pero, este hecho
Verdaderamente aconteció
El caprichoso e injusto destino
Así lo dictó
No podía apenas respirar
Debía salir y el fresco tomar
Me di una vuelta por el barrio
Y contemplé atónito un nuevo escenario
Aunque al acercarme descubrí
Que no se trataba de actores
Y no estaban precisamente
Interpretando...
Un cúmulo de gentes gritando
Y un hombre en la acera
Por la nariz sangrando
¡Era el drogadicto con el que hablé!
Muerto, debido a una más que posible sobredosis
Y a su intratable obsesión por perder
Nada pude hacer
Más hechos desagradables
Quería parar de ver
Y más tragedias dejar de padecer
A mi hogar regresé y, a punto de
Por pura pena desfallecer
Sobre la cama y abrazado a mi mujer
Me tumbé
No sé si lo soñé
O realmente esto que viví
Tal cuál fue
Pero, ni sentido ni razón
Jamás recobré
Y grabado en lo más profundo de mi mente
Un único, pero complejo recuerdo atisbé:
La muerte, sentada de nuevo
Frente a mí y negociando
Ya que esta vez ha sido ella
La qué ha salido ganando
Y mi mujer y el drogadicto
A cada extremo de la larga mesa
Recordándome quiénes habían sido
Dos de sus últimas presas
Finalmente, y habiendo perdido mi apuesta
Me dio a escoger entre uno de los dos
Para llevarnos a ambos con ella
Mientras esperaba observándome
Satisfecha y bien dispuesta
Sin dudar un sólo segundo
Al drogadicto me decidí por escoger
Aunque mucho me doliera
A mi querida tener que dejar de ver
Pero mi mujer era
Lo que en vida más quería
Y nuestro hijo
Pronto nacería
No hay comentarios:
Publicar un comentario