lunes, 2 de abril de 2012

28. Demasiada Maldad (Las Carroñeras No Se Acercarán Ni Por Casualidad)



La maldad es lo más poderoso que existe. Por algo la mayoría de las veces suele arrasar con todo y todos...




No puedo creer que salgas a esas horas por ahí
¿Por qué no le avisas por ejemplo... A mí?
Hay gente a la que seguro le interesas
Tanto tú como lo que encima llevas
Así que pon atención por dónde vayas
Sea el lugar que sea

Este es un barrio de amenazadores y desalmados
Por lo que, por favor
Mantente el mayor tiempo que puedas a mi lado
Creo que ya tienes edad suficiente
Como para comportarte así
No voy a ser yo quién te diga
Lo que es bueno y malo para ti

No me gustaría pensar que, por menuda que seas
Mente de niña también poseas...
Me asomo a la ventana y veo las gotas caer
Cayendo como mi razón, pensando siempre en ti
Mientras me tomo la temperatura
Al ver mi rostro palidecer

Casi libre, como un pájaro en la mañana, puedes intentar ser
Pero tus barreras siempre serán más duras y gruesas
Que las de cualquier nublado amanecer
Cuando los perros afuera ladran
Los pájaros revolotean
Y acompañada de un disparo tras su eco
Tan potente como seco
La fría brisa me avisa con pena
De la funesta y triste escena

Y me da un vuelco el corazón
Alarmado por si, debido a una
Desconocida y extraña razón
Tú formas parte de tal acción
El teléfono no para de sonar
Al portero no dejan de llamar

¿Necesita aún más motivos mi cuerpo
Para sobresaltar?
Al portero, el cartero comercial
Al teléfono, un vendedor insustancial
No me tengo por qué preocupar
Sólo ha sido algo rutinario, aunque casual

Y por la ventana, una vez más, me atrevo a mirar
Pensando que lo pasado, pasado es
Y sentido ninguno tendrá
Pero, con un entremezclado gesto de sorpresa
Y completo pavor
Descubro que, sobre el cemento
Y en mitad del horror
Yace un hombre, a juzgar por la distancia
Algo mayor

El cielo continúa con su llanto
Y las gotas, velozmente se van fusionando
Con la sangre del pobre hombre
Que alguien, a bocajarro
Terminó fríamente asesinando
La escena continuó
Mi hija apareció
Un revólver, en el interior de su chaqueta se guardó
Y, con el fin de rebuscar entre las pertenencias del tipo
Ésta se agachó

Y, de pronto, mi mirada con la suya se unió
La cabeza bajó y, seguidamente, lloró
Pobre de mí, algo terrible en mis adentros sentí
A mi corazón algo pellizcó
Y tiempo para reponerme
No me dio

Presos inocentes en el lugar
Presas indefensas de la maldad


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